“Quien tenga Patria que la defienda. Y quien no la tenga, que la conquiste”. José Martí (1853-1895).

Sunday, July 6, 2014

Hay 40 muros en el mundo

Santo Domingo
Todos conocemos, las nociones de Estado, Nación, Estado nacional y territorio.

La frontera es tanto una entidad física (un instrumento) como un concepto político (una finalidad).

En el primer aspecto es entendida como concreción física de un concepto político y puede adoptar diversas maneras.

Ya sea como marca, línea, cerca o muro la frontera siempre intenta actuar como “límite”, territorial y geográfico, que ayuda a separar lo propio de lo extraño, el nosotros del ellos, lo nacional de lo internacional.

En la medida en que esta afirmación física de la frontera es exitosa se refuerzan los contenidos simbólicos de pertenencia e identidad propios de la nacionalidad “contenida” y se delimita el espacio social y político.

En el segundo aspecto la frontera establece un “límite”, que ha sido en el primer aspecto territorial y geográfico, y ahora es político.

El Estado asienta su soberanía sobre un determinado territorio que “contiene” a la nación, mediante un doble tabique que en primer lugar separa hacia el exterior e integra hacia el interior.

La frontera también “limita” la propia expansión frente a la presión amenazante del medio externo, aportando a la construcción de un sistema internacional de Estados.

La relación entre los términos, frontera, muros y límites, consiste en que la entidad política llamada frontera, tiene como una de sus posibles formas físicas, en determinadas circunstancias políticas y momentos históricos, al muro (o la verja, la alambrada, etc.), siempre con la finalidad de poder cumplir con su función de límite, cuya estabilidad y precisión dependerá de cada momento histórico.

Analicemos un caso actual donde se manifiesta el conflicto entre naciones por la búsqueda de un territorio propio para la formación de un Estado soberano, y es que Haití, siempre ha pretendido que la Isla es una e indivisible.



Tenemos 237 años tratando de nosotros preservar o decir que queremos preservar nuestro territorio, pero por ahora no se ha solucionado.

El Tratado de Aranjuez de 1777, fijó las actuales fronteras entre ambas naciones, las cuales en ese momento eran colonias de Francia y España.

La frontera lamentablemente no es custodiada en sus 360 kms, lo cual permite que los haitianos crucen hacia acá, por donde les plazca y les sea más fácil, generando esta situación un pase de contrabando de drogas, armas y personas, sin ningún control.

Se rumora que más de 5,000 sudamericanos residen en Haití; asumo que en asuntos de drogas pues en ese país no hay industrias ni comercios que ameriten esta cantidad de ciudadanos extranjeros.

Después de varios intentos de negociaciones y de intentos de acuerdos más bien de tipo comercial, con resultado adverso, de mutuos choques entre ambos ciudadanos, unido esto a la inexistencia de instituciones viables en Haití, como la que provee de cédula, la falta de hospitales y de escuelas, la falta de empleos, nos motiva a construir un muro que garantizara que su entrada a nuestro territorio, debe ser por una o varias puertas, debidamente documentados, no como es hoy.

Observemos que ya los haitianos iniciaron su muro en diciembre del 2013, para poder regular sus aduanas, supuestamente, y lo han seguido construyendo.

Del lado dominicano se ha desatado una polémica sobre si debemos o no construir un muro similar, pero voces que nos lucen pagadas se oponen, sin considerar que cada dominicano, tiene un muro en su hogar, para protegerse de los propios dominicanos, pues de no existir ese muro local, los indigentes, asaltantes, pordioseros entrarían a nuestras propiedades a turbar nuestra paz y poner en riesgo nuestras posesiones.

Diferentes medios de comunicación, gobiernos y organizaciones internacionales de casi todo el mundo se oponen, pero ignoran adrede que a LISTÍN DIARIO ENFOQUE través de todo el mundo existen unos 40 muros para separar territorios.

España tiene tres verjas electrificadas en Ceuta y en Melilla del lado africano, para evitar que los subsaharianos crucen hacia territorio español. Recientemente en Melilla unos 1,500 africanos a la vez, pretendieron cruzar hacia dicha ciudad y solo lo lograron 700 personas, los cuales eventualmente fueron deportados.

Esta separación territorial tiene una importancia que va más allá de la cuestión de seguridad que plantea por ejemplo, la nación de Israel, pues reviste gran importancia para la economía palestina, por el control de gran parte de los pozos de agua fundamentales en estas tierras áridas y del 40% de las tierras agrícolas, además de una relevancia social por el aislamiento al que se somete a multitudes de palestinos en sus propios territorios, por la supuesta anexión de algunas ciudades palestinas a territorio israelí y por el fomento de una posible escalada de odios y terrorismo entre la población.

Parodiando ese anterior ejemplo, vemos que Haití ya ha consumido toda su área verde, pues ellos utilizan leña y no gas para cocinar; y en la forma como va el proceso también, si no se les pone coto, se “comerán” nuestros bosques y montañas.

El llamado “muro de seguridad” por los israelíes o “muro del apartheid” por los palestinos, que tendrá 600 km de extensión a un costo de mil millones de dólares cuando esté finalizado, consiste en tramos de paredes de cemento de hasta diez metros de altura en algunas partes, zanjas, alambres de púa, vallas metálicas de más de ocho metros de altura con sensores electrónicos, sectores de arena para conservar pisadas de intrusos y caminos para el patrullaje del ejército y de la policía israelí.

El Muro de Berlín (un episodio tan traumático de la historia mundial que de por si definió el apogeo, desarrollo y final de la Guerra Fría) aparece pocos años antes de su caída en la bella película de Wenders, Las Alas del Deseo, subtitulada justamente como El cielo sobre Berlín.

De nuevo, la contraposición de la modernidad fluida con la oclusión del muro.

Uno de los personajes, el poeta Homer, se pregunta al encontrarse en un espacio desolado, “¿Esto es Postdamer Platz?”. El ángel Cassiel, que se corporiza como humano por amor a una mujer, cae en el medio del muro y al levantarse ve los primeros colores, los de los grafittis del lado occidental.

A diferencia de las murallas, pero también de los barrios cerrados y de Palestina, este Muro no impedía la entrada sino la salida: los burócratas del este no confiaban tanto en su versión del socialismo como para darle a su gente la posibilidad de elegir.

El Muro cayó a mazazos de ciudadanos que reclamaban su libertad, pero al poco tiempo se dictaminó que ese reclamo era en realidad por el libre comercio. Algo de eso se evidencia en la posterior reconstrucción de la ciudad, más cercana a la lógica de las sedes corporativas y los shopping malls que al debate entre deconstructores y reconstructores de los meses inmediatos a julio del ‘89.

Según Carlos García Vázquez, en su contribución al libro sobre El espacio público de Jordi Borja y Zaida Muxi “muchas son las cuestiones que la experiencia berlinesa de Potsdamer Platz ha dejado abiertas, y no sólo en lo referente al espacio público contemporáneo, otras aluden al modelo de ciudad que plantea: al procedimiento (¿por qué se ha dejado en manos del capital privado la definición de la ciudad?), al diseño (¿por qué enmascarar como evolución lo que realmente es una enorme mutación?), o al concepto (¿por qué suplantar, apelando a un concepto tan abstracto como el de tradición, la verdadera memoria del lugar?).

Cuestiones que convergen en otra de carácter más general: ¿es Potsdamer Platz un espacio para la reacción, un cálido refugio europeo contra la radical inestabilidad que caracteriza a las grandes ciudades contemporáneas? En cualquier caso, una cosa parece clara, que el laboratorio de Potsdamer Platz no ha conseguido elaborar ninguna receta verdaderamente convincente; una evidencia más de las dificultades que encuentra la actual cultura urbanística europea para canalizar los fenómenos contemporáneos”.

Otros casos de muros
Los ejemplos abundan de modo tal que es imposible atribuirles un carácter de excepción. Veamos solo algunos casos que oportunamente fueran registrados:

- El gobierno del Estado de Río de Janeiro anunció a mediados de abril de 2004 su intención de construir muros de 3 metros de altura alrededor de 4 favelas (Rocinha, Vidigal, Parque da Cidade y Chácara del Cielo) donde las peleas internas de los narcotraficantes habían originado una ola de violencia.

Esto es, que en ningún caso debería tratarse de “ocultar” lo que está por detrás de las áreas urbanizadas sino, por el contrario, permitir la permeabilidad visual y funcional entre la favela y su entorno, a partir del estudio minucioso de la topografía, de las condiciones del suelo, de las formas de acceso al lugar y de los usos establecidos por la población residente, todo lo cual debe ser sintetizado en un esquema de lectura de la estructura del lugar. (…) Cercar las favelas con muros con la excusa de la destrucción de la Floresta de Tijuca es ridículo.

- En La Nación del 26 de septiembre de 2006, Andrés Oppenheimer (habitualmente afín a las posiciones más conservadoras de la política estadounidense) califica de “alocado” el proyecto de ley finalmente aprobado en el Congreso para crear un muro en la frontera con México: “El muro que se está planeando ahora sólo cubriría 1.120 de los 3.380 kilómetros de la frontera, de manera que sólo hará que los inmigrantes crucen por otros lados más peligrosos.

Y aun si se construyera un muro de 3.380 kilómetros, los posibles inmigrantes recurrirían a túneles, paracaídas, o intentarían cruzar desde Canadá (...) o lo seguirían haciendo a través de los aeropuertos de Estados Unidos”.

- Dos días después, el mismo diario reproduce la información de Associated Press sobre los planes de Arabia Saudita para construir un muro a lo largo de su frontera de 900 kilómetros con Irak, “con el propósito de evitar que los terroristas ingresen en el reino”.

El proyecto “forma parte de un paquete de medidas de seguridad de 12.000 millones de dólares que incluye sensores electrónicos, bases y obstáculos materiales”.

La nota está fechada en los Emiratos Árabes Unidos y más precisamente en Dubai, quizás el modelo de desarrollo territorial más influyente en la actualidad; los EUA también están construyendo un muro similar a lo largo de su frontera con Omán, aunque en este caso para impedir el paso de inmigrantes ilegales.

El muro en la frontera y el enclave fragmentado en la isla artificial resultan así dos modelos territoriales complementarios en el nuevo paradigma de Dubai: segregación por un lado, irresponsabilidad ambiental por el otro.

- Durante la Semana Santa de 2009, la Municipalidad de San Isidro (el más rico y elegante de los distritos que constituyen el Área Metropolitana de Buenos Aires) intentó cercar con un muro parte de su límite con el vecino partido de San Fernando, de manera de cortar la comunicación entre el próspero barrio de La Horqueta y la humilde vecindad de Villa Jardín, al otro lado de la fronteriza calle Uruguay.

Según el Intendente de San Isidro, Gustavo Posse, la “obra” fue planificada por pedido de algunos vecinos del lado sur de la calle, ante la sucesión de hechos delictivos perpetrados por individuos que la usarían para escapar hacia “el condado vecino” (como se dice en las traducciones de las series policiales norteamericanas).

Sobre “El Muro de La Horqueta”, Carmelo Ricot y Lucila Martínez A. escribieron en el número 79 de café de las ciudades: “La Horqueta fuori le mura.

A diferencia de otros muros de la vergu¨enza, el Muro de La Horqueta no se distinguía por la solidez constructiva ni por la sofisticación tecnológica.

Los organismos técnicos encargados de su diseño y construcción previeron un simple dispositivo de parapetos de hormigón pre-moldeado y alambrados superiores, modulados entre postes metálicos.

En la práctica, el pretendido Muro no alcanzó para contener la furia de los vecinos que, indignados por la segregación a la que se los pretendía someter, se encargaron de demoler (literalmente) una política pública de “seguridad” a golpes de maza y empujones colectivos. ¡Sic transit gloria mundi!

(…) A pesar de la fuerte separación de La Horqueta respecto al mundo exterior y sus “peligros”, la percepción de la tribu residente es precisamente la contraria: la de vivir en un barrio excesivamente vulnerable a la intención de acceder en la que insisten, porfiados, los forasteros.

Ya en los ‘80, La Horqueta fue dotada de unos estratégicos canteros de ladrillo, ubicados en medio de algunas esquinas para dificultar el acceso de ómnibus escolares al Colegio Goethe.

Y según algunos vecinos, el pedido del muro se originó en la intención de disminuir de 30 a 10 los accesos externos al barrio. (…)

Según razona Eduardo Reese en una entrevista en Página 12 (2), “lo interesante es que la gente de La Horqueta puede venir a pasear por la puerta de mi casa, pero no puedo ir yo a pasear por la puerta de su casa”… Concluyo, señalando que vistas estas situaciones, procede el Muro con Haití.

http://listindiario.com.do/la-republica/2014/7/5/328720/Hay-40-muros-en-el-mundo

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