“Quien tenga Patria que la defienda. Y quien no la tenga, que la conquiste”. José Martí (1853-1895).

Saturday, July 25, 2015

Exembajador haitiano en el país dice en carta a Martelly que debe aceptar que hay un problema

Supplice le manifestó a Martelly que la gente espera su firmeza y que no sea prisionero de informes pasado


SANTO DOMINGO. El recién destituido embajador haitiano en República Dominicana, Daniel Supplice, envió una carta al presidente de su país, Michel Martelly, en la que le señala al mandatario que si no se acepta el hecho de que “hay un problema no habrá solución”, y le reitera que el Gobierno haitiano es responsable de no poder dotar a sus ciudadanos de documentos y crear una situación interna que propicia la emigración.
En 211 años, no hemos logrado reducir las disparidades socioeconómicas... No hemos logrado dar a nuestros ciudadanos un certificado de nacimiento que demuestre que existen, y crear una situación interna que habría impedido que millones de haitianos salgan del país a cualquier precio, y a veces en cualquier situación”, afirmó.
La carta, fechada el 21 de julio, es reproducida hoy por el periódico haitiano Le Nouvelliste. En esta, el exfuncionario le hace la salvedad a Martelly de que la gestión de las relaciones entre República Dominicana y Haití requiere una actitud razonable de los diferentes actores, “y donde el amateurismo y la improvisación no tienen lugar”.
Manifestó que ha escrito varias misivas sin respuestas, y que en un informe del 14 de julio tomó la precaución de renovar la urgencia de que la diplomacia haitiana tuvo que gestionar la crisis, no solo en la lógica de los intereses nacionales, sino también para favorecer el diálogo constructivo.
Asegura que es responsabilidad del embajador haitiano mantener un equilibrio entre el respeto a la dignidad de los pueblos, pues mientras Martelly lee la carta, miles de “nuestros hermanos y hermanas” siguen cruzando la frontera en busca de bienestar, decenas de mujeres dan a luz en hospitales dominicanos, 44,310 estudiantes reciben docencia en la universidad estatal y centros privados, y alumnos que estudian en escuelas fronterizas regresan en la noche a Haití.
Además, dijo que muchos de los que retornaron de manera “voluntaria” en el marco del Plan Nacional de Regularización, piensan volver a retomar sus trabajos, y cientos esperan en vano los documentos de identidad prometidos por el Estado haitiano. “¡Esa es también la otra cara de la realidad que debemos manejar!”, expresó.
Supplice le manifestó al Presidente que la gente espera que sea firme y no sea prisionero de informes pasados o sea, mal asesorado.
Diariolibre.com http://ht.ly/Q2SEn

A continuación la carta:
EMBAJADA DE LA REPÚBLICA DE HAÏTI
SANTO DOMINGO, R.D.
Santo Domingo, 21 de julio 2015
Su Excelencia Michel Joseph Marbellí
Presidente de la Republique de Haití
Su escritorio
Señor Presidente,
Después de haber tenido durante noventa y dos (92) días con honor, respeto, conciencia y patriotismo la enseña bicolor nacional en el territorio de Duarte, Sánchez y Mejía (sic.), hoy tengo el honor de presentarle sin mácula en estos pliegos gloriosos el sentimiento patriótico de haber tratado de ser útil.
Le ruego que crea que la decisión de hacer este gesto simbólico no es ni el resultado de una emoción pasajera ni un cálculo interesado en ver una agenda vergonzosa. El hábito de instrucciones claras y precisas, coherentes y en armonía con las reglas del juego de la diplomacia y la ética en la administración pública terminaron por hacer de mí (después de todo este tiempo) un cuadro ansioso de resultados y que sobre todo toma en cuenta el peso de la realidad objetiva de las cosas y las relaciones.
Es con calma, sabiduría y perspicacia que se resuelven los conflictos entre Estados. La gestión de las relaciones entre Haití y la República Dominicana exige de los diferentes actores una actitud, racional, razonable, donde no caben el amateurismo y la improvisación.
La República Dominicana es un vecino con el cual estamos condenados por la geografía a vivir juntos a pesar del desarrollo desigual que acompaña a un diferencial marginal de acceso a bienes y servicios.
Le escribí varias cartas que lamentablemente han quedado sin respuesta, y en mi último informe del 14 de julio, tomé la precaución de reiterarle la urgencia de que la diplomacia haitiana tenía que gestionar la crisis no sólo en la lógica de la de los intereses nacionales, sino también de favorecer el diálogo constructivo.
Es responsabilidad del embajador de Haití en Republica Dominicana velar porque persista el equilibrio entre el respeto a nuestra dignidad como pueblo, nuestros valores, nuestros hábitos y costumbres, mientras de manera realista se mantiene abierta la puerta del diálogo. ¿Sabe Ud. por qué? Porque mientras usted lee estas líneas:
  1. a) miles de nuestros hermanos y hermanas siguen cruzando la frontera “anba fil” [por debajo de los alambres] en la búsqueda de un bienestar;
  2. b) decenas de mujeres y adolescentes haitianas paren cada día a sus hijos en los centros hospitalarios dominicanos;
  3. c) 44,310 jóvenes asisten a universidades estatales y centros académicos privados, sin olvidar a los que viven en la frontera, que van a las escuelas primarias y secundarias en territorio dominicano por la mañana y regresan por la tarde a Haití:
  4. d) muchos de ellos que, de regreso voluntariamente a su país por numerosas razones en estos últimos días, planean regresar para retomar el “trabajo” que abandonaron y donde cuentan con ellos:
  5. e) cientos de miles más están esperando en vano por los documentos prometidos y que les habrían permitido regularizar su estatus migratorio.
¡Esa es también la otra cara de la realidad que tenemos la responsabilidad de manejar!
En doscientos once años no hemos tenido éxito en reducir las diferencias socioeconómicas o atenuar la espinosa cuestión del color. Tampoco hemos logrado entregarles a nuestros ciudadanos un acta de nacimiento que pruebe que ellos existen y crear una situación interna que habría evitado que millones de haitianos y haitianas salieran del país a cualquier precio y, a veces, en cualquier condición. Si no aceptamos el hecho de que existe un problema, no habrá solución.
Señor Presidente:
Yo entiendo a Haití en la lógica de su pasado, en los meandros de su historia, en sus pasos en falso, con sus estados de ánimo, sus ambiciones, pero sobre todo con sus deficiencias, debilidades, limitaciones y decepciones.
Conozco también a nuestros hermanos y hermanas con su amor por la vida, su amor a la Patria, el respeto hacia los Padres Fundadores, el orgullo de ser afrodescendientes, pero también con su desdén por la verdad y la actitud a menudo irresponsable en el manejo de la res publica.
Usando una metáfora que usted comprenderá, aquellos que viajan en el “har” temprano no lo dejan hasta el final. Yo generalmente hago el recorrido hasta el final, pero algunos contratiempos a veces me obligan a un cambio de itinerario para evitar cualquier desafortunado juicio de la Hstoria.
Señor Presidente:
El país espera que usted sea firme y que no sea prisionero de relaciones pasadas o consejos que vienen de fuentes sospechosas. El pueblo le tuvo confianza al permitirle acceder a la más alta magistratura del Estado. Por lo tanto, cuenta con usted.
No soy el primer embajador de Haití en República Dominicana a recordar, pero espero ser el último en evitar que precisamente al otro lado de la frontera se siga creyendo que si la derrota de la inteligencia parece ser la constante nacional, el fracaso de la política parece serlo también.
Así que regreso a casa, para reunirme con los miembros de mi familia, reencontrar el calor de mis relaciones, revivir esta cultura que me impregna, mientras espero lo mejor para Haití.
Representar y servir Haití en la República Dominicana ha sido un gran honor para mí.
Reciba, Señor Presidente, mis muy patrióticos saludos,
Daniel Supplice

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