“Quien tenga Patria que la defienda. Y quien no la tenga, que la conquiste”. José Martí (1853-1895).

Friday, February 26, 2016

OPINION: El Informe Jacques Cousteau

 En 1986,  el comandante Jacques Cousteau, se internó con la patrullera delCalypso en las Antillas, haciendo la misma travesía que quinientos años  antes había hecho  don Cristóbal Colón. Al igual que el Almirante de la Mar Océana,  hizo una primera escala en la isla de Cuba, explorando sus costas , sus  junglas de corales, su litoral de manglares y sus mares de topacio, sus archipiélagos abundantísimos en islotes y cayos,  y desde allí se trasladó a Haití, centrando su interés en tres dominios
  • El estado del espacio marítimo
  • La destrucción del medio ambiente
  • y, finalmente, las posibilidades de que la población haitiana pueda revertir las circunstancias adversas.
El 23 de mayo de 1986 se dio a conocer el documental de Jean Pierre Cornu  L eau du chagrín (las aguas del infortunio) que reúne las observaciones del Comandante  Cousteau en su periplo por Haití.  En esa guisa, la tripulación del Calypso desmenuzó menudamente los fondos marinos, y allí encontró  una batería de cañones de antiguos barcos hundidos en épocas remotas,  que increíblemente,  se habían preservado aún de la destrucción. Lo que ha destruido a Haití—anota el Comandante Cousteau— no es la lucha contra un ejército extranjero, sino la fuerzas de  la disolución internaSu  enemigo actual es la explosión demográfica. En esas rondas de buceo, tropezaron con borgoñas, esponjas descomunales, manglares carbonizados, corales pulverizados, y observaron que el cardumen escaseaba, que los peces se quedaban sin alimentos, y el mar parecía un jardín deshabitado. Tras haber recorrido sus costas durante días y noches, el comandante se pregunta: ¿Por qué no hay peces de calidad en Haití?
  • Los haitianos emplean una pesca intensiva, con métodos despiadados: envenenamientos, atarrayas y trampas donde los peces quedan atrapados mar adentro, y al cabo de unas horas en esas aguas calientes, terminan descomponiéndose, y, en esas pésimas condiciones se venden en los mercados de ese país.
  • La pesca desmedida de los mariscos y de toda la fauna marina ha hecho desaparecer casi todas las especies, y las pocas que aún sobreviven son pequeñísimas. Un puñado de peces apenas da para un bocadillo.
      Al penetrar en esa realidad,  el Comandante del Calypso escribe en su bitácora “Navegamos por un mar lleno de belleza,  pero vacío de alimento. En estos mares,  la vida parece haberse ido”.
Cousteau desde luego no centró su interés en las repercusiones que tales circunstancias deparaban para la nación vecina, la República Dominicana.  Una vezagotada, las posibilidades de la pesca en aguas haitianas, se producen las brutales incursiones de sus pescadores en aguas dominicanas.
En un estudio dado a la estampa en el 2006 (Êtudes Caribeennes : Pascal Saffache “Le milieu marin haïtien : chronique d’une catastrophe écologique” 5/12/06 se explica y se hace inventario de la desaparición de los arrecifes coralinos, de las arboladuras marinas y de los manglares. Compagina esta catástrofe con las gigantescas descargas de más de 600 000 toneladas de desechos en el mar territorial haitiano. Las consecuencias de esas dolorosas circunstancias es la mudanza de los pescadores al territorio dominicano. Por la bahía de Montecristi entran los pescadores furtivos haitianos a las aguas dominicanas;  depredan los pargos, los manatíes, las tortugas marinas; emplean chinchorros de arrastre , y se llevan todos los peces sin importar el tamaño; destruyen la reproducción.  Las bandas de haitianos penetran a saco en los cayos de los Siete Hermanos cazan a perdigonazos los bubíes, saquean sus huevos; las poblaciones de bubíes se han reducido brutalmente;  el parque Submarino resulta saqueado cruelmente por estos cuatreros.  El año pasado,  una ballena jorobada que fue atendida de su convalecencia en la bahía de Manzanillo al desplazarse por la costa de Fort Liberté fue atacada con arpones y, posteriormente, desguazada a pesar de todas las advertencias llegadas del observatorio marino de Puerto Rico, para salvar al cetáceo. Igual drama se repite en la costa de Pedernales: los bancos de peces son exterminados; los pescadores dominicanos son asaltados por bandas de cuatreros, que se llevan las mercancías y las embarcaciones; se han establecido en un poblado aislado de Oviedo, que han bautizado con el nombre de Troudillé. En la comandancia del Puerto de Manzanillo se capturan decenas de pescadores haitianos, y pueden observarse los chinchorros de arrastre, las pócimas con las que envenenan las aguas; los testimonios escalofriantes de la aniquilación de las especie y de la devastación del mar.
En un estudio reciente publicado por  Haití Libre (27/3/15) se plantea que la pesca involucra en Haití a 54.000 familias, diseminadas en 400 aldeas de pescadores, que operan en 1500kilómetros de litoral, y que movilizan unos 12 mil marchantes  y unas 7000 mujeres, las famosas madame Sara. Cada año se extraen 15000 toneladas de pescado, que es menos del 50% de  la demanda, y se importan otras  16000 toneladas de pescado por año. Sin embargo, Haití exporta 800 toneladas compuesta principalmente por langostas, carne de lambí por un monto de 10 millones de dólares. De los cuales,  cuatro millones se reparten entre unas 5000 familias de pescadores.
Pero todo ese mundo se ha derrumbado. Y ahora esas poblaciones se desplazan a nuestro país para implantar los mismos  métodos de pesca que allí, en su territorio, han destruido la vida marina.
En 1986, a la llegada del comandante Cousteau , Haití contaba con una población de seis millones de habitantes. Recorrió sus aldeas, sus mercados y sus ciudades; conversó con los jefes de las comunas, y anotó entre sus observaciones, que, en Haití cada mujer tiene cuando menos seis hijos. Una vendedora madre de 10 hijos, proclamó que no emplea ningún método anticonceptivo; un jefe comunal le  dijo  que él tenía trece hijos y  tres esposas, que la mayoría de los hombres que conocía tenía más de dos familias. Calcula  el comandante Cousteau que cada mujer tiene en promedio unos seis hijos, que la población aumenta cada año en 130.000 habitantes, que es como decir que surge una gran ciudad cada  año. De este modo, llega a la conclusión de que uno de los grandes problemas de Haití es la explosión demográfica.
Un crecimiento desproporcionado,  en un país insalubre, empobrecido, sin recursos y entregado a los misteriosos rituales del vudú. La tripulación del Calypso recorre los mercados y las aldeas de Haití para explorar en la mentalidad de su población. Todas las ceremonias católicas han sido nimbadas por el vudú. Cousteau  se interno en el templo católico de Saint Jacques Mayor, asistió a una ceremonia de vudú en una Iglesia cristiana. De la Iglesia salen los peregrinos  a una poza, donde hay una cascada, allí se desnudan, le entregan ofrendas de alimentos  a sus muertos, que luego van a poseerlos; en el  baño de lodo entran en trance; creen purificarse y conversan con sus luases  y entregan su destino a fuerzas desconocidas. Estas observaciones se concatenan con otras como  la destrucción del territorio. Según un geógrafo haitiano, Georges Anglade,  en 1950 Haití  conservaba el 60% de su foresta, y cincuenta años después, se ha reducido a un 1%. Sin electricidad ni petróleo, la devastación del bosque se ha convertido en el único modo de supervivencia de la población haitiana. En sus recorridos por los mercados y aldeas, Cousteau observa las montañas de sacos de carbón, el enorme saqueo del bosque,  calcula las consecuencias del gran desastre ecológico, el mayor de las Antillas y acaso de todo el continente,  más del 75% de toda la energía empleada en la cocción de los alimentos proviene del carbón vegetal, testigo excepcional de la carbonización de un bosque, Cousteau les explica que están destruyendo la isla, un carbonero le responde .  “ estamos luchando por sobrevivir tratando de conseguir alimentos para nuestros hijos, si no fabricamos carbón y lo vendemos, no tendremos para comer. No hay nada que hacer. Es la única forma de sobrevivir para todos nosotros aquí.”
Mientras los árboles desaparecen; los planes de reforestación no tienen éxitos, los árboles que se siembran de día son talados en la noche.  . La tierra se estiliza. Puerto Príncipe crece un  11%  cada año, el agua es un tesoro; no hay provisión de agua potable.
La fatal combinación entre el crecimiento de la población y la disminución brutal de los recursos, lleva al comandante Cousteau a plantearse las preguntas esenciales.
  1. ¿ Podrá esta tierra soportar el desmedido crecimiento humano en un mundo donde los recursos se agotan?
  2. ¿ Qué sucederá cuando la madera se acabe, cuando ya no haya más árboles para cortar en Haití?
Cousteau no responde a a esa pregunta. Sin embargo,  en el documental puede observarse cómo los haitianos transportan los sacos de carbón al través del lago del fondo, desde el territorio de la República Dominicana.
Miles de toneladas son extraídas del bosque dominicano. Los torrentes de agua desnudan los suelos; las próximas generaciones haitianas  heredarán un territorio estéril e inutilizable, y un mar convertido en un inmenso basurero.
Al concluir su viaje por la devastada tierra haitiana,  el comandante Cousteau se detuvo en el sur en la aldea de Baradere, un oasis. Al recorrer sus ríos prodigiosos y al contemplar  su copiosa vegetación,  imaginó que  esta población de  Baradere podría ser el modelo del porvenir,  creyó entonces haber vuelto al pasado, a un territorio que existió en una época de esplendor . Pero esta esperanza se desvaneció muy prontamente,  cuando el helicóptero del Calypso, observo desde el cielo las tumbas de carbón que lo rodeaban ese pequeño paraíso,  y terminarían destruyéndolo  inevitablemente.
Nos produce vértigo  el informe del comandante Cousteau al ver cómo  se están cumpliendo sus siniestras predicciones
¿Qué  tiempo tardarán todas estas realidades en arroparnos plenamente?
Antes semejantes revelaciones, ¿ se justifica  la cobardía para plantearle al mundo que no podemos ni vamos a aceptar que tales circunstancias aniquilen nuestros bosques, mellen nuestra agricultura  y exterminen las riquezas marinas? Solamente un liderazgo llevado por un impulso autodestructivo,   que no nos defiende  ni enfrenta los problemas  podía sumergirnos en esta parálisis y en la irresponsabilidad de abandonar la defensa del país. Con todo, no es previsible que los dominicanos se rindan. No podrán hacer reinar en nuestro territorio la soberanía de otro pueblo.   Nos hallamos ante un dilema estratégico muy semejante al que teníamos durante la etapa de la Independencia . Nos hallamos ante el crudo enfrentamiento entre dos pueblos; toda la retórica y la palabrería terminarán desvaneciéndose. No hay término medio. O se defiende al país y se preservan sus conquistas sociales,  o se rinde uno, y desaparece la independencia.
 http://almomento.net/el-informe-jacques-cousteau/183033

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